Aquí estoy, sentada en el salón de mi casa escuchando la tele de fondo (en español, claro está). La misma decoración, el mismo olor, el mismo calor...
Nada ha cambiado. Tus padres que te han echado mucho de menos se desviven por ti (qué quieres comer hoy, que te apetece mañana, vamos a hacer algo...), tus amigos siguen haciendo las mismas cosas que hacían antes de que te fueses, la gente sigue preocupándose por lo mismo... Es extraño darte de cuenta de cómo has cambiado tú en un mundo que ha permanecido estático. Estoy aquí y todo está exactamente igual al día anterior al que me marché al país germano.
La vuelta siempre es dura, sobretodo si la relación que has mantenido con los niños es tan cercana como la que tenía yo con mi "Lloydchen". Es duro ver sus ojitos llorosos, que te diga que te prefiere a ti en vez de a la nueva, que porqué tienes que irte... Lo mejor es explicarte que vuestra relación tampoco era tan idílica al principio, y que al final acabará acostumbrándose y llegará a ser tan amigo de la nueva como ahora lo es contigo. Pero duele. Duele decir adiós a un año de tu vida, en el que a pesar de todas las quejas, has sido muy feliz.
Pero ahora toca volar sola. Abrirse camino, o al menos intentarlo, en un país amenazado cada día con la sombra de la quiebra. Quizás por esto cuando me preguntan que si me quedo definitivamente, siempre respondo, que eso nunca se sabe.
Por último mucha suerte a mis compis de aventura que he dejado allí, y que lo disfruten al menos tanto como yo lo he echo. No se privéis de nada, porque lo poco que ahorréis aquí será como pan para hoy y hambre para mañana, así aprovechar todos y cada uno de los momentos al máximo, que luego lo echaréis mucho de menos.
Si me preguntáis si merece la pena ser au pair, la respuesta es, sin ninguna duda.
Gracias a mi hostfamily, a mi Kind, y a todos aquellos que me han acompañado y apoyado en esta aventura. Y graciás también a aquellos que se habéis pasado a dejarme vuestras opiniones.
Viele Küsse !!!!!!!!!